Todo a un clic
“No dejaremos de explorar
Y al final de toda nuestra investigación
habremos llegado a donde comenzamos
y conoceremos el lugar por vez primera”.
T. S. Eliot
Todo empezó cuando apareció la rueda y el mundo se movió. La globalización dio sus primeros pasos con la conquista del mundo a partir de una fecha: 1492. Más tarde, un escritor soñó con viajar a la luna y alguien dijo: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Ahora en el lenguaje de los algoritmos, en donde todo se resuelve a todos nos encerraron. Y yo dije: ¡Soy inocente!
Alguien nos dice que somos muy vulnerables, el vaivén de la historia nos recuerda que somos endebles y efímeros. Ya todos estamos advertidos. Entonces todos pensaron que volveríamos a la época de las velas, a hacer las cuentas de la casa con el ábaco, a desempolvar viejos utensilios y un largo etc. de cosas y actitudes.
Entonces, se empezó a multiplicar por cientos, miles y millones el sonido de un “clic” y junto a este, nuestros rostros se cubrieron a algo más de la mitad, como si nos escondiéramos de culpas propias y ajenas. Y con todo lo anterior, nuestras ventanas nos dieron la visión de un mundo prohibido, sospechoso y con todo eso nuestros vecinos y amigos se transformaron en distancias, en reflejos de pantallas y de nostálgicas voces a recordar.
Aun así, ese singular sonido creció y creció y lo sigue haciendo; entonces entendimos que el mundo no solo es redondo, sino que además es plano, en prácticas pantallas marca Lenovo, Hewlett Packard.P. Aser, Mac, TOSHIBA, y más. Y con ella nos asaltó un bilingüismo por demás extraño: enter, escape, Ctrl+V, Supr, Control academic, video, record, screen y due… entonces todos los profes a estudiar la lengua de Shakespeare. Mientras tanto, del otro lado, unos niños y jóvenes se empezaron a reunir como en los tiempos del mito de la caverna, juntos pero separados para escuchar la voz de aquel que sigue insistiendo en dar a conocer el mundo como lo dejamos cuando se nos dijo: ¡prohibido salir!
Ahora nos reinventamos ¡Qué expresión tan..! y descubrimos que en nuestros hogares existe el comedor, inclusive para dialogar, que en alguna parte de la casa existen juegos de mesa, también los abuelos están por ahí y que tienen mucho que contar, que todos cabemos en el mismo sitio; así pensemos diferentes, nos identifiquemos en diferentes tamaños, formas y colores. En fin, toda esta experiencia debe ser un ejemplo de lo que puede ser nuestro país.
Y no podría faltar ese gran ejército de maestros que en el día a día se sientan frente a ese mundo plano y virtual para seguir valorando lo que somos los cervantinos del Retiro, sembradores de verdad, de valores y de una fe que se forjó por algo más de 80 años. El ideal sigue ahí, entre un corazón ardiente y la imagen de ese noble manchego que pende en el filo del tiempo.
¿Qué hemos aprendido de todo esto? el valor de la paciencia, tolerancia, sentido de pertenencia, unidad y convicciones. En términos de tecnología, nos volvimos navegantes, escudriñamos mundos próximos y lejanos, atravesamos geografías y escuchamos voces en múltiples idiomas; nuestras pantallas acumulan rostros, somos aldea global. Nos volvimos recursivos, nuestros dedos rasgan las teclas y con ellas reclamamos y ganamos un lugar en el ciberespacio. Aprendemos sobre la marcha que la educación ahora es otra cosa.
En similares circunstancias, los que están del otro lado, están creciendo de forma particular, son testigos de una historia del mundo que se debe narrar de otra forma. Por ende, están cultivando una nueva mirada de su entorno, son ahora ciudadanos del mundo, se registran ante los demás como cultivadores de una autonomía particular; reivindicarán un mundo mejor, pedirán protagonismo sobre la base de otros ideales y con el criterio de que es mejor ser que tener.
Ahora, cuando los tiempos dicen ser otros, cuando los lenguajes se revolucionan, las escasas certezas que aún quedaban agonizantes se diluyen en tierras movedizas. Los cervantinos miraremos el horizonte para ver cómo se asoma el sol y, de sus primeros destellos, nos daremos cuenta de que las sombras escapan presurosas al sentir un nuevo día muy promisorio que ojalá sean todos los días del resto del tiempo que tenemos por vivir.